Metáfora “las 4 patas de la mesa” de la gestión contractual
Imaginemos que un proyecto es una mesa de 4 patas. Cada pata es un elemento del contrato: precio, plazo, secuencia constructiva y alcance. Estas cuatro patas sostienen un tablero que no es otra cosa que la asignación de riesgos del proyecto o equilibrio económico financiero.
Estos 4 factores: precio, plazo, secuencia constructiva y alcance al inicio del contrato (al menos en teoría) están en equilibrio. Es decir la mesa está nivelada. El reto es mantenerla así durante el trascurso del proyecto.
Ahora, para ilustrar la fragilidad del equilibrio contractual, imaginemos que ponemos una jarra de agua sobre la mesa y nos ponemos el desafío de mover la mesa 100 metros. El objetivo, entonces, es que en este trayecto de 100 metros el agua no se derrame, que se mantenga en equilibrio. Este recorrido de 100 metros no es otra cosa que la gestión contractual.
Si logramos ese objetivo, ello quiere decir que se mantuvo el equilibrio contractual, lo que a su vez significa que el proyecto tuvo éxito. Se entiende como éxito de un proyecto cuando el propietario tiene la infraestructura que contrató y el contratista obtiene la rentabilidad esperada.
Pero en este tipo de contratos siempre hay riesgos y la gestión contractual debe superarlos manteniendo el equilibrio, en otras palabras, estos 100 metros no son planos, sino se trata de una pista de obstáculos.
Y ¿por qué hay tantos riesgos en un contrato de construcción? Hay 3 factores:
Primero el tiempo, normalmente son periodos prolongados, mientras más duración hay más posibilidades de que suceda un acontecimiento inesperado, por lo general estos proyectos duran meses, incluso años.
Segundo el sitio de trabajos: los proyectos no se desarrollan en un ambiente 100% controlado. Todo lo contrario, están sujetos a múltiples riesgos y restricciones.
Y tercero, la facilidad con que se pueden desalinear intereses. Los equipos están conformados por personas y esto quiere decir que es relativamente sencillo que por diversas razones se desalineen los intereses y las partes involucradas en el desarrollo de un proyecto dejen de tener el mismo norte, dicho de otro modo.
Para el éxito de un proyecto es fundamental que todos los actores (propietario, contratista, diseñador, subcontratistas, supervisores), que son quienes cargan cada una de las patas de la mesa empujen hacia el mismo lado.
Entonces el gran desafío es que todas las partes estén alineadas con los intereses del proyecto, lo cual solo puede lograrse en un entorno colaborativo.