El conflicto no es una sorpresa en la industria
En la industria de la construcción, los desacuerdos no son eventos extraordinarios, son parte del ciclo natural de cualquier obra: cambios en el alcance, retrasos, decisiones técnicas y múltiples actores con intereses distintos hacen de las discrepancias una constante. A veces se debe litigar o pactar.
Una cláusula de solución de controversias bien diseñada es una de las herramientas que contribuye a evitar que una discrepancia se vuelva un punto de quiebre. Permite canalizar el problema, gestionar los tiempos y preservar lo más importante: la continuidad del proyecto.
En un sector de alta conflictividad, la gestión experta marca la diferencia
Esto no es casual. Se trata de una industria altamente técnica, con proyectos de gran escala, muchos intereses en juego y compleja colaboración real entre contratistas y propietarios. En ese entorno, los contratos no pueden limitarse a asignar riesgos: deben prever cómo
se van a gestionar las tensiones inevitables durante la ejecución del proyecto, respaldados por una asesoría especializada que acompañe
desde la redacción hasta la resolución de diferencias.
Según la Cámara de Comercio de Lima (2024), uno de los sectores que más utiliza el arbitraje en el Perú es el de la construcción, tanto en contratos privados como en aquellos
Cláusulas escalonadas: prevenir antes que discutir
Ante esta realidad, los contratos de construcción están incorporando con mayor frecuencia las cláusulas escalonadas. Estas establecen un orden obligatorio de pasos antes de llegar al arbitraje, como el uso de Juntas de Resolución de Disputas o Dispute Adjudication Boards
(DAB).
El objetivo no es retrasar el conflicto, sino gestionarlo antes de que escale. Al incluir estas etapas tempranas, las partes no solo ganan tiempo: protegen la obra de paralizaciones y evitan que un desacuerdo técnico se transforme en un litigio formal.
Redactar pensando en el día difícil
David Mosey (2019) lo explica con claridad: mientras más se invierte en prevención, menor será el riesgo de conflicto entre las partes. Es una inversión que no solo protege, también genera valor al proyecto al reducir tiempos muertos, disputas legales y desgaste entre los actores involucrados.
No se trata de pensar en un contrato como un manual de defensa. Se trata de diseñarlo como una estructura de gestión activa del proyecto, capaz de ordenar, prevenir y absorber los choques.
La cláusula que construye más que acuerdos: construye soluciones
El éxito de una obra no depende únicamente de lo que se ejecuta en campo, sino también de lo que se pacta en papel y de cómo se maneja
cuando surgen discrepancias. La cláusula de solución de controversias, bien redactada y respaldada por una gestión experta en el manejo de
diferencias, permite que los problemas no se acumulen, no se paralicen, y sobre todo, que no desvíen el objetivo central: que el proyecto avance.
Más que un recurso de defensa legal es un instrumento de continuidad. Y, en construcción, eso lo es todo.